Te amo y siempre te amaré,
porque has sabido hacerme feliz,
Porque cuando te necesito
siempre estás junto a mí.
Porque cuando no soy
capaz de entender,
tu me ayudas a hacerlo.
Porque detrás de mi sueño
siempre estás tú, amándome.
Porque caminas junto a mí,
sin importar que tan duro
sea el camino.
Porque soy parte de tus sueños,
de tu realidad y decisiones.
Porque tengo fuerzas para seguir en la vida,
fuerzas que tú me has dado,
dejándome ocupar un lugar
en tu corazón.
Porque permites que yo,
deleite mis ansias de olvido.
Porque ya mi vida
es una sombra fugaz de la tuya;
Por eso te amo MADRE MIA.
Roberto Fernández
Dedicado a mis amigos(a) de Argentina
Con letras de tango,
cordial Buenos Aires,
mi musa cubana te quiere cantar,
llevarte en mis versos fraternos saludo
de paz y confianza en tu prosperidad.
Qué lindo sería pasear por tus calles:
–Corrientes, Suipacha, Esmeralda –
y poder —Qué sueño tan loco!–
en alguna esquina poder estrechar
la mano de Carlos Gardel, el inmortal.
Pues...
Volaron las hojas de mis calendarios,
pasaron los años de acción juvenil,
pero sigue fijo en mi pensamiento
un deseo de siempre: visitarte a tí.
¡Salud, Buenos Aires!
Pasearé algún día, -te lo prometo-,
las calles cantadas en tangos de ayer…
Será una tristeza no encontrar en ellas
la estampa porteña de Carlos Gardel.
Roberto Fernandez
Hoy te vi, y me sorprendió tu alegría,
y te vi en mi Palmar;
En esas Palmas, que se empinan al cielo
que en la llanura de mi ferviente Cuba,
nacen de Sol a Sol, con armonía.
Hoy te vi, y me llené de regocijo,
ya mis Montañas, praderas y llanos
lucían hermosos bajo el resplandor
de tu cuerpo ceñido en lirios
despeinando tu pelo al viento
tras la brisa del océano
bajo un cielo purísimo resplandecido.
Esta visión que en mi florece al verte,
es frívolo jardín de tus encantos,
por la inmensidad que me secunda
y tu profunda armonía que me deslumbra.
Hoy te veo allí en mi hermosa patria
despertando amor en mí, a primer plano,
sintiendo gratificante besar tu mano
y pasearte convertida en mariposa
por mis campiñas cubanas, llenas de rosas.
Roberto Fernández