martes, 26 de diciembre de 2023

El encuentro de esa Rosa


Salí en busca de una rosa
muy temprano y a pie;
Pero ¡qué cosa encontré
enredada entre las rosas!

Allí donde están las flores
un pañuelo hube de hallar
bordado de mil colores
y con un nombre a aflorar.

Y mis ojos no entendían
¿A qué princesa encantada
pertenecía la prenda
con un olor colosal.?

Apurado y abrumado
por el hallazgo triunfal
pregunté como un mendigo
¿De quién es la prenda a juzgar.?

Y de pronto una doncella
con cabellos bien peinados,
me miró con unos ojos
que me dejó en el umbral.

...Es costumbre muy antigua,
hacer una reverencia
a tan preciosa princesa...

Juzgada por la experiencia
le hice un ademán.
Le entregué su amada prenda
mirando su holograma
y me quedé embrujado
en medio del panorama.

¡Oh mi Señor!
Jugaba, ya muy de prisa,
Y con la brisa,
el pañuelo se voló;
No pensé que entre las flores..
él se podría ocultar.

Gracias a usted mi caballero
por entregarme esta prenda
que beso con gratitud
y entrego con devoción
para que usted me recuerde
siempre en su corazón.

Y por más que me esforcé
ya mi alma estaba enjaulada
en su sublime mirar;

Salí en busca de una rosa
cierta mañana y a pie
y desde entonces encontré
a la más agraciada mujer
que me selló mi destino
encontrando su pañuelo
el que jamás desecharé.

Roberto Fernández

Encima de esta Rocas


Mi amor ya tiene cicatrices
y es más bellos que
los cantos inmortales
impregnado de algas y corales,
en un mar, que
con sus aguas te bendice.

Quiero yo que en esta roca
ardiendo con furor mi frente austera
robar tu virginidad muy resguardada
como ladrón sutil que te acaricia...

Es bueno lo que siento
sobre mi espalda
las uñas que perforan ya mi alma,
no importa que la sangre me reclame
este momento de amor
en hora buena.

Por ti suspira mi inflamado pecho,
tus ojos me apaciguan mi quebranto
y tus senos acarician mi sutil cuerpo
con el sabor dulce de tu encanto.

Y veo en tus pupilas ardientes
reflejados con amor estos deseos
y ya tomando la flor ente mis dedos
me sonríes con grandes galanteos.

Apago con mis ansias el desmaneo
aprieto tu cuerpo junto al mío
y te escucho suspirando
de placer diciéndome al oído:
¡“Eres un salvaje, corazón..
Me has vencido”!

Roberto Fernández