miércoles, 27 de diciembre de 2023

AL ROJO Y NEGRO


Sangre en las olas del mar,
sangre en la verde campiña,
sangre en la voz de una niña
que llora por su bienestar.

Hay sangre en el horizonte
sangre en el sol y en la brisa,
tiene sangre la sonrisa
y hasta en el canto del sinsonte.

Hasta llora la bandera
sangre y luto, negro velo,
esta ensangrentado el cielo,
Mirad la pre-cordillera de Los Andes
Como marchitan tu suelo.

Mientras, la mala semilla,
germina en el Continente,
y América no presiente
la bota cruel que la humilla.

Cobardía o ambiciones
quizás, maldad o inocencia,
han nublado la conciencia
a hombre con mucha frecuencia.

Así las huestes de Judas
amenazan y confunden
mientras los pueblos, se hunden
Trabajando sin descanso
Lejos de sus calientes casas
Con el temor que lo enfunde.

Me preocupa el porvenir
que está invadiendo sus valles,
y un día verán sus calles,
despojadas por el vicio.

Yo quiero para esas tierra
Paz amor y dignidad,
Tú, hermano americano
del norte, del sur, del centro
Mira a Venezuela
No tiene ni para el sustento.

Me duele tu porvenir,
asusta, que la maldad
destruya tu libertad
así como yo, sufrí...

Mi presente es tu futuro
luto, miseria, desgracia
ya mancha tu democracia
Es hora de libertad.

Montaña de Los Andes,
vomita el fuego
eterno de tus entrañas
y barre la doctrina
que de una tierra extraña
quiere esclavizar tu hazaña
de conquista y Libertad.

Se que despiertas temprano
A trabajar de día hasta
Que se desaparece el sol;
Es hora de que tu gobierno
Se acuerde de tu existir
Tu eres aún una niña
Que necesita cuidado
No tanto trabajo
Para poder existir.

Roberto Fernandez

Me inclino al Amor


Es una estancia con menudas flores
festejan los lirios y azahares…
mil lámparas de artísticos primores
encandilan por la noche los amores.

Me inclino al amor y es mi destino
porque ofrece su miel a los abrojos,
y enlazando la zarza a lo divino
satisface su espíritu a mi antojo.

Me siento feliz de sentir el abrigo
que inclina al corazón con desvarío
y en el lecho de púrpura brillante
estrecha el ceño mi feliz amante.

Con sus manos, de embrujo soñadora
que en el amor es difana y austera
en lo profundo de su ser hay entrega
y el placer de sentir todo de ella.

En su lecho, no hay ira ni querellas,
los desdenes de pasión son bienvenidos
porque mi amor me cobija entre sus brazos
y yo con amor busco de ella sus abrazos.

Allí los dos nos entregamos al amor
y es perpetuo el placer desmedido,
porque su perfumes es tan excitante
que impregnado me devoran los sentidos.

Mi amante es audaz, hermosa y reluciente
como nube de azul plateada y purpurina,
que en sus diáfanas redes aprisiona el alma
al pedestal del corazón que me acobija.

Y si este amor es un pecado desmedido
en mi espalda sepultaré lo vivido
marmóreo templo a cuyo pie quebranta
que mi honor restaure lo ocurrido.

Roberto Fernández

Esperándote


Oíd. Ese suave murmullo,
es solemne y atrevido
Es el canto de la tarde,
es la voz de los nelumbios.

Desde el umbral de la Luna
el ángel de los poetas
se inclina sobre la estrella;
El lago suena sus aguas
abren sus pétalos las rosas
y los céfiros nocturnos
Ya reclaman tú belleza.

Cantos sonoros hermosos
se escuchan como un susurro
Y entre el follaje del bosque
blanca paloma descubro.

¡Ah! ¡Me siento más que feliz
son tus pasos los que escucho!

Ya tiene sentido la noche
ya mi vida es un delirio;
Decidisteis enloquecerme
con tu ojos color cielo.

Se agita mi corazón
en esta noche de encuentro
Y te recuesto entre lirios
robándote el primer beso.

Roberto Fernández