miércoles, 27 de diciembre de 2023

Pensando en tí


El amor, la virtud, el decoro
emana en mi pecho gran devoto:
El consuelo de amarte es un boto,
de Constancia al corazón comprimido.

Aún imitando casi mi heroísmo
a ti mujer hermosa yo te admiro,
el estirpe que tu engalana como zafiro
en tu perfumado amor, lo he sentido.

Pensando en ti hago estas letras,
en mi humilde morada, que transpira
el perfume de tus besos amada mía ,
gravitando de amor mi fantasía.

Sobre la frente por el gusto yerta,
y que el pavor pesado desteñía
mis párrafos enmarca tu querella
del placer de amarte cada día.

Pero luego, al instante,
mis versos cobran vida
por el recuerdo aquel, de tu mirada,
tú que siempre sabes derretirme el alma
con tu apacible mansedumbre de tu sonrisa.

Siente amor, los rayos ardientes
del Padre Sol cuando vivaz destella,
siente su resplandor y su querella
porque ardiente es mi amor
que ilumina la vida sin tener estrellas.

Siempre podrás de tan divino lazos
enjaular con tus versos el alma mía
Recuerda que te llaman
los abiertos brazos
de un soñador que te venera día a día.

Tú abona con tu espíritu inmortal
la omnipotente magia de tu encanto
Le doy gracias al amor y a la vida
de tener a quien escribir mis poesías…

Roberto Fernández

El huerto del amor


Veo la fecundante primavera
embellecida por un cielo color plata,
bañado por el canto de las flores
con gratos y suavísimos olores.

La esencia sube hasta la azul esfera
y... aparece un aura que produce amores,
y mi esencia que lo aspira:
“Placer y calma, sin cesar respira.”

El aire que murmura entre las hojas
eleva un ruido, bello y afanado,
y del amor las ansias me devoran
exigiendo el fruto del pecado…

La fruta misma que vos me das
que has guardado para mi,
de placer grado,
encierran un aroma delicioso
Y me sacia la sed y mis antojos.

Un manantial nos regala su murmullo
en estos bosques que ven lo ocurrido;
La felicidad me invade de verte en mi regazo
arrullada de amor entre mis brazos.

Y miramos los dos cien rosas en capullo
que abren el broche al soplo de tu risa,
cual vírgenes que entregan con delicias
al tierno amor las frágiles primicias.

Roberto Fernández

¡Oh mujer virtuosa!


Eres luz y armonía,
y tu nombre tan hermoso
vibra como un suspiro
de infinita alegría
dentro del corazón.

Deja que el dulce canto
embriague los atardeceres
con nuestra historia íntima
que vivimos los dos.

¡Es tan dulce tu regazo
que en estrecho abrazo
se estremecen las estrellas
por nuestra gran devoción.

Tus ojos redentores,
tus índicos besares...
Tu perfumada brisa,
el eco de mi risa,
mezclan los sabores
al plácido rumor.

Por eso vida mía
te quiero más cada día
por ser tu la princesa
que a mi alma perfumo.

Roberto Fernández


L
a fruta que sola se regala, es más agría que la toronja o el marañon, pues más vale que valga en su peso, la decencia y el honor de ser honrada.