Veo la fecundante primavera
embellecida por un cielo color plata,
bañado por el canto de las flores
con gratos y suavísimos olores.
La esencia sube hasta la azul esfera
y... aparece un aura que produce amores,
y mi esencia que lo aspira:
“Placer y calma, sin cesar respira.”
El aire que murmura entre las hojas
eleva un ruido, bello y afanado,
y del amor las ansias me devoran
exigiendo el fruto del pecado…
La fruta misma que vos me das
que has guardado para mi,
de placer grado,
encierran un aroma delicioso
Y me sacia la sed y mis antojos.
Un manantial nos regala su murmullo
en estos bosques que ven lo ocurrido;
La felicidad me invade de verte en mi regazo
arrullada de amor entre mis brazos.
Y miramos los dos cien rosas en capullo
que abren el broche al soplo de tu risa,
cual vírgenes que entregan con delicias
al tierno amor las frágiles primicias.
Roberto Fernández