miércoles, 27 de diciembre de 2023

Desilusión


¡Cuántas veces
flanqueaste a mis versos
con miedo de las querellas;
Pero yo, trémulo de amor,
adoraba tus tibias flores,
aspirando con fervor
el perfume de tu rosal;
Amando la luz benigna
que con fulgor
irradian tus pupilas,
en el bello resplandecer
de tu mirar.

Conociendo que tu luz
pálida consuela
al corazón,
que la congoja abruma;
-Tarde doliente
de la noche hermana-,
Porque tu brisa
que amorosa vuela,
y disipa del pesar
la densa bruma,
me hacía vivir
las esperanzas
de traerte
a morar a mi hogar.

Tu presencia ahuyentaba
mis miedos en la mañana;
y la nube alivianaba,
y el agua que serpea,
y tu luz que como rayo flamea
acariciaba mi espíritu cansado;
Pero tú, mujer desmesurada
creísteis en la gente que te rodea,
apartando de mi, tu mirada
y el corazón tierno
que tanto yo amaba.

Roberto Fernández