lunes, 25 de diciembre de 2023

La fabricación de un Padre para la Tierra


E
n el taller más extraño y sublime conocido, se reunieron los Ángeles, entre ellos los arquitectos, los afamados carpinteros y los mejores obreros celestiales… Todos ellos deberían fabricar al padre perfecto.

–“Debe ser fuerte” ...comentó uno...
_“También, debe ser dulce” ...comentó otro experto...
_“Debe tener firmeza y mansedumbre: Tiene que saber dar buenos consejos.” _“Debe ser justo en momentos decisivos, alegre y comprensivo en los momentos tiernos.”
–“¿Cómo es posible? ...interrogó un obrero... Poner tal cantidad de cosas en un solo cuerpo?”
–“Es fácil,” ...contestó el ingeniero.... “Sólo tenemos que crear un hombre con la fuerza del hierro y que tenga corazón de caramelo.”

Todos rieron ante la ocurrencia y se escuchó una voz (era el Maestro, dueño del taller del cielo, era Dios en persona):
–“Veo que al fin comienzan ...comentó sonriendo... “No es fácil la tarea, es cierto, pero no es imposible si ponen interés y amor en ello.”

Y tomando en sus manos un puñado de tierra, comenzó a darle forma.

–“¿Tierra? ...preguntó sorprendido uno de los arquitectos... ¡Pensé que lo fabricaríamos de mármol, o marfil o piedras preciosas!.

–“Éste material es necesario para que sea humilde ...le contestó Dios... Y extendiendo su mano, sacó de las estrellas oro y lo añadió a la masa.
–“Esto es para que en sus peores momentos brille y se mantenga firme.” También le agregó amor, sabiduría, le dió forma, le sopló de su aliento y cobró vida, pero… faltaba algo, pues en su pecho quedaba un hueco.

–“¿Y qué pondrás ahí?” ...preguntó uno de los obreros...

Y abriendo su propio pecho, y ante los ojos asombrados de aquellos ángeles arquitectos, sacó su corazón, lo corto en dos pedazo y puso uno en el centro de aquel hueco. Dos lágrimas salieron de sus ojos mientras devolvía a su lugar su el otro pedazo de corazón muy ensangrentado.

–¿Porqué has hecho tal cosa?” ...le interrogó un ángel carpintero....

Y aún sangrando, le contesto el Maestro Dios:
–“Esto hará que me busque en momentos de angustia, que sea justo y recto, que perdone y corrija con paciencia y, sobretodo, que esté dispuesto aún al sacrificio por los suyos y que dirija a sus hijos con su ejemplo, porque al final de su largo trabajo, cuando haya terminado su tarea de padre allá en la tierra, regresará hasta mi. Y satisfecho por su buena labor, yo le daré un lugar aquí en mi reino. Le extenderé mi mano, descansará en mi pecho y tendrá Vida Eterna. Pues yo también soy Padre y por él, por su bien, para otorgarle vida, me arranqué del corazón un pedazo de amor y lo puse en su pecho. Y si algún día fracasará y se olvidara de su creador, pues me convertiré en él y haré que a mí regrese, guiado por la sangre que derramaré por él en una cruz, para darle perdón, para mostrarle que aunque es duro ser padre, cuando extiendes tus brazos y perdonas, la recompensa es vida, gozo y amor eterno.

Roberto Fernández
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