Lo usaron los españoles,
de su recinto al abrigo,
aliviaban los calores
y de la lluvia el castigo.
Alrededor del batey,
un taburete a la puerta,
y la sombra de un magüey
coronando su silueta,
sirvió luego al campesino
como rústica vivienda
y descanso genuino
al volver de la molienda.
Con sus paredes de palma
y su techumbre de guano,
era reflejo del alma
de aquel guajiro cubano.
De aquél que con su guitarra
décimas improvisaba;
del que se inmoló en la guerra;
del que sufría y sudaba.
Desde Mariel a Maisí
salpicaba el horizonte
bajo el cielo azul turquí,
en la sabana y el monte.
El bohío es tan cubano
como la palma real,
el aguardiente,
el habano, la caña y el cafetal.
Es un símbolo inmemorial
del que no quiero olvidar
porque también es historia
Y me recuerda a mi guajira
Tomando la clara sobra
En mi cañaveral.
Roberto Fernandez
de su recinto al abrigo,
aliviaban los calores
y de la lluvia el castigo.
Alrededor del batey,
un taburete a la puerta,
y la sombra de un magüey
coronando su silueta,
sirvió luego al campesino
como rústica vivienda
y descanso genuino
al volver de la molienda.
Con sus paredes de palma
y su techumbre de guano,
era reflejo del alma
de aquel guajiro cubano.
De aquél que con su guitarra
décimas improvisaba;
del que se inmoló en la guerra;
del que sufría y sudaba.
Desde Mariel a Maisí
salpicaba el horizonte
bajo el cielo azul turquí,
en la sabana y el monte.
El bohío es tan cubano
como la palma real,
el aguardiente,
el habano, la caña y el cafetal.
Es un símbolo inmemorial
del que no quiero olvidar
porque también es historia
Y me recuerda a mi guajira
Tomando la clara sobra
En mi cañaveral.
Roberto Fernandez
Taínos y siboneyes
construyeron el bohío
y edificaron Caneyes
a su más libre albedrío.