El mecanismo mediante el cual funciona el ojo es similar al de una cámara fotográfica. La CÓRNEA y el cristalino enfocan la luz en la retina, a través de la pupila; ésta actúa como el obturador de la cámara: los diminutos músculos del iris (la parte de color del ojo) ajustan el diámetro de aquél, de modo que entre la cantidad adecuada de luz. La cavidad central del ojo está llena del humor vítreo, de consistencia gelatinosa, que mantiene la forma de este órgano. La retina se compone de tejido nervioso sensorial conectado al nervio óptico; posee 130 millones de fotorreceptores que se dividen en bastones (especializados en la visión en blanco y negro) y conos (especializados en la visión en color). Los impulsos nerviosos recorren el nervio óptico hasta el cerebro, donde se analizan las imágenes. Cuando el globo ocular es demasiado grande, la córnea y el cristalino no pueden enfocar correctamente la imagen en la retina, lo cual origina miopía o vista corta.
El defecto contrario, la hipermetropía o vista cansada, se debe a que el globo ocular es demasiado pequeño. El astigmatismo, caracterizado por la alteración de las imágenes, es consecuencia de la deformación de la córnea, la ceguera total o parcial puede ocurrir cuando el ojo, los nervios ópticos o las partes del cerebro involucradas en el procesamiento de las imágenes funcionan de modo inadecuado.
EN LA FOTO APARECE LA COMPOSICIÓN DEL OJO: Corte transversal del globo ocular, que muestra sus tres capas principales: la externa o esclerótica, de color blanco y resistente, que protege al ojo; la intermedia, llamada coroides, que es oscura e impide que la luz se refleje dentro del globo ocular y la interna o retina, que contiene las células fotosensibles llamadas bastones y conos.