jueves, 28 de diciembre de 2023

“La Señora González,”


L
a Señora González decidió visitar a una de sus escasas amistades. Mientras conversaba vio a la pequeña hija de su amiga hablando a solas en el patio de su casa y eso bastó para que pensara: ¡Qué es eso…! ¿Una niña hablando a solas? ¡Infeliz… Tiene serios problemas psiquiáricos! Al día siguiente ya había llegado a oídos de medio barrio.


Otro día al pasar junto a la cerca de la casa de su amiga, observó por una de las endijas como la niña había colocado unos palos de escobas y encima unas laticas vacías de conservas simulando un grupo de micrófonos. Por ellos la pequeña hablaba y hablaba imitando a las heroínas de las novelas radiales de la época. Eso bastó para que la Señora González pensara: ¡Uuyy…! ¡Infeliz, tienen serios problemas psiquiátricos! Minutos después barrio y medio sabía la noticia.


Desde ese instante todo su interés estuvo en vigilar a la chiquilla que lo mismo hablaba con las hormigas, con una lagartija o se ponía a bailar inesperadamente en medio de la calle al compás del sonido de los automóviles. Siempre la Señora González terminaba repitiendo y luego comentando por toda la Ciudad. ¡Mírenla… Infeliz, tiene serios problemas psiquiátricos!


La niña se hizo mujer, abandonó la escuela, se casó, se divorció, se volvió a casar, se volvió a divorciar y regresaba a casa a las horas más inesperadas, acompañada de personajes bien raros; lo mismo un mendigo, que un muchacho de escasísima virilidad, que una madre con un niño, que un perro lleno de sarna… Y siempre los ojos escrustadores de la Señora González, espiando cada minuto, y siempre la misma frase, que después rodaría por todo el país… ¡Infeliz, tiene serios problemas psiquiátricos!
La muchacha se hizo actriz… Actriz cómica, y cuando la Señora González la vio aparecer por primera vez en televisión, comentó con cuanto conocido tropezaba: ¡Mírenla, mírenla… Infeliz, tiene serios problemas psiquiátricos!


La fama de la actriz creció y muy pronto era la preferida de un público que amaba tanto, la risa como la paz. Fue en ese tiempo, cuándo sentada debajo de un árbol, mientras conversaba con un grupo de abejas, vio pasar a la Señora González; la que hacía ya algún tiempo, caminaba sola y sucia por las calles del barrio, sin hablar con nadie y sin ser atendida siquiera por la brisa de la mañana. La actriz al verla pensó muy triste: ¡Mírenla… Infeliz, tiene serios problemas psiquiátricos!.

Roberto Fernandez