Pasé mucho tiempo
tratando de conquistarla;
Se refugiaba
en mi condición de casado
y mucho más
en dudar ser mi amante.
Pero la gracia bella
de su espíritu la doblegó
y junto los dos
nos fundimos en un abrazo.
Fueron tan intensos sus ojos
y tan apasionada su sonrisa,
que sentirla entre mi pecho
fue una dicha
y enjuagar sus lágrimas
por sus selos
una presunción jamás vista.
Fueron horas interminables
escribiendo para ella
y contestar su teléfono
a escondida de mi esposa..
era un reto, una desquicia.
Era un juego de ajedrez sin piezas
Un destello de pasión intenso;
Ya no sabía qué hacer
ni que inventar para huir
pues mi corazón la deseaba
y mi cuerpo de verla temblaba.
La magia se percibe
con la imprudencia
oh, con los comentarios
de gente sin amor.
Pero aún a sabiendas
de que es pecado amarla,
la adoraba ciegamente
Y hasta moría de amor por ella.
Un día todo acabo,
mis hijos quebrantaron mi orgullo
y como un reloj sin cuerda
morí por dentro.
Y como el más cruel de los cobardes
me despedí con un beso.
Ese beso que aún siento mojar
mis labios temblorosos.
Y a pesar de los años
me he sentido vacío
porque mi amor
solo lo llenaba ELLA.
Roberto Fernández