He visto en mi jardín
dos tiernas amantes palomillas;
Una estaba tirada sin moverse
en el piso, y enredada
en sus alas había un lazo...
Y la otra me miraba suplicando:
“desata por favor a mi amada;”
Y lo entendí al ver batir sus alas
mirando fijamente mi regazo.
Cansada de no poder
hacer nada volvió a la rama
donde antes disfrutaron horas bellas
causando con su canto a las estrellas
horas tiernas de amor en luna nueva.
Apiadado de verla en tal tristura
llevando su dolor de rama en rama
a la otra desaté la ligadura
y con suavidad abrí sus tiernas alas
viéndola volar con hermosura.
Roberto Fernández